
El papel de las mujeres cafeteras en el futuro sostenible del café colombiano.
Durante décadas, el café colombiano ha sido parte del trabajo de miles de mujeres rurales que, sin embargo, rara vez figuraban en las estadísticas o en los espacios de decisión, hoy existe una dinámica que parece plantear nuevas posibilidades. Como señala Catalina Zárate, directora de investigaciones y directora encargada de CRECE, en la conversación de nuestro más reciente episodio del podcast de la lectura del entorno:
“En las últimas décadas, las mujeres han pasado de tener un rol secundario, vinculado principalmente a las labores domésticas y de poscosecha, a convertirse en protagonistas activas de toda la cadena del café. Hoy las encontramos al frente de fincas, liderando asociaciones, gestionando proyectos con enfoque de calidad y sostenibilidad y ocupando espacios de liderazgo gremial”.
Esa transformación, sin embargo, sigue enfrentando limitaciones estructurales. En el mundo rural, las mujeres representan cerca del 43 % de la fuerza laboral agrícola de los países en desarrollo (FAO, 2023), pero siguen accediendo en menor medida a la tierra, al crédito y a la asistencia técnica. En Colombia, solo el 36 % de los predios rurales con propietario único están a nombre de mujeres, de los cuales la mayoría son minifundios. Además, la carga de trabajo doméstico no remunerado es considerablemente superior a la de los hombres y sufren mayor pobreza, acceso limitado a la tierra, la educación, la salud y la participación política (Defensoría del pueblo Colombia, 2025).
Estas brechas limitan el tiempo que pueden dedicar las mujeres cafeteras a la formación, la innovación y la participación en la gobernanza local. Como señala Zárate, la paradoja es evidente: “son fundamentales para la seguridad alimentaria y la sostenibilidad rural, pero enfrentan oportunidades truncadas por la falta de activos, financiamiento y tiempo”.
Algunos estudios recientes del CRECE revelan una fotografía de esta desigualdad. Según Zárate, un estudio sobre 902 hogares cafeteros realizado por el CRECE para the Sustainable Trade Initiative – IDH, encontró que el 26,8 % está liderado por mujeres, pero sus fincas son más pequeñas (1,6 ha frente a 1,75 ha) y menos productivas (736 kg GBE/ha frente a 1.071 kg). El ingreso cafetero por hectárea en hogares con jefatura femenina fue de USD 3.828, frente a un promedio de USD 5.407. Solo 18,2 % de las mujeres aparece como decisora principal en la gestión de finca, frente al 72 % de los hombres.
En lo que respecta a la toma de decisiones, tal y como se indica en otro estudio realizado por el CRECE (García et al. 2016), alrededor de un 70% de mujeres participa en las decisiones relativas al procesamiento y secado del café, pero esta participación disminuye en lo que respecta a la gestión general de la finca que se sitúa en un 40,2%, la cosecha correspondiente a un 37,5% y el mantenimiento de registros donde tienen un 33,5%. Además, de acuerdo a esta información, dada la unidad entre la casa y la finca, el trabajo doméstico realizado por las mujeres representa la mayor parte de su participación en las tareas agrícolas.
Estos datos coinciden con hallazgos internacionales: según la ONU Mujeres (2022), las mujeres rurales enfrentan barreras persistentes para acceder a recursos productivos, lo que limita su productividad y capacidad de adaptación al cambio climático. La FAO (2023) estima que cerrar la brecha de género en la productividad agrícola y la brecha salarial en el empleo agrícola, aumentaría el producto interno bruto mundial en casi USD 1 billón y reduciría el número de personas que padecen inseguridad alimentaria en 45 millones. Este empoderamiento representaría, de acuerdo a palabras de Zárate, un efecto multiplicador en el sector, ya que las mujeres “diversifican ingresos y reinvierten más en educación, salud y alimentación. Eso se traduce en bienestar que permanece en la vereda”.
Reconociendo esta realidad, en muchos de los estudios del CRECE se incluyen aspectos explícitos o implícitos para abordar el análisis de las dinámicas de género. De tal manera, se han realizado recomendaciones de política pública y estrategias concretas, algunas de ellas enfocadas en ampliar acciones sobre salud y seguridad en el trabajo (SST) con enfoque de género, coordinar iniciativas públicas y privadas para construir entornos de trabajo seguros, fortalecer la formación y herramientas con enfoque de género, elaborar estrategias que reconozcan los roles asumidos por las mujeres en las fincas y articular estándares de sostenibilidad en las cadenas de suministro.
De esta forma, tal y como concluyó Zárate durante su conversación en el podcast de la lectura del entorno ‘’las mujeres serán un pilar de sostenibilidad’’, especialmente porque ‘’cada vez más productoras están al frente de sus fincas, dirigen asociaciones y transforman el café con visión empresarial y comunitaria”.
Con todo lo anterior, la investigación del CRECE, los estudios internacionales y las experiencias comunitarias coinciden en un punto central: es esencial que las mujeres sigan ganando espacios, accediendo a recursos, asumiendo voz y decisión, para asumir nuevos caminos que le hagan frente a los retos económicos, ambientales y sociales que enfrenta el sector café.