
Sostenibilidad Urbana: pensar global, actuar local.
A partir de la mirada sistémica de la lectura del entorno, se identificaron cambios demográficos que están redefiniendo la sociedad y acentuando la vulnerabilidad de ciertos grupos poblacionales a nivel global, como el envejecimiento y el crecimiento poblacional de las zonas urbanas. Este último tema es especialmente relevante en Latinoamérica, ya que, según el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe – CAF (2024), la región es la más urbanizada del mundo; el 81% de su población se encuentra en estas zonas. La CAF asegura que este comportamiento se explica porque las ciudades ofrecen mayores oportunidades para los ciudadanos, como empleos, educación, salud o actividades sociales. En el contexto latinoamericano actual, las dinámicas urbanas acrecientan desafíos para la seguridad alimentaria, la generación de medios de vida y la vida urbana sostenible.
Para el International Institute for Environmental and Development – IIED (2024), este fenómeno está contribuyendo a aumentar los riesgos climáticos a los que estamos expuestos en la actualidad. Dicha entidad sostiene que, en las próximas décadas, el aumento del riesgo climático global será impulsado por las ciudades pertenecientes a países de ingresos bajos y medios, por lo que es importante preguntarse si estas ciudades siguen vías de desarrollo hacia la resiliencia o hacia una mayor vulnerabilidad. En este contexto, vale la pena destacar los esfuerzos o posibles caminos que se abren en torno a las ciudades. Acciones y movimientos que proponen entornos urbanos pensando en el compromiso por la sostenibilidad.
Uno de ellos, el concepto de agricultura urbana y periurbana adaptable e inclusiva cuyos componentes de participación y cohesión social facilitan el acceso a alimentos, bajo el concepto de alimentos para todos, garantizando la igualdad sociocultural en el acceso a alimentos de calidad (Pillai, 2025).
Otras iniciativas como ciudades verdes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO, se centran en mejorar el entorno urbano y fortalecer los vínculos entre los medios rural y urbano y la resiliencia de los sistemas, servicios y poblaciones urbanas ante las perturbaciones externas. Esta iniciativa se propone como una red para compartir experiencias, mejores prácticas, éxitos y enseñanzas adquiridas, así como crear oportunidades de cooperación entre ciudades.
También se dispone de la guía para ciudades sostenibles de Greenpeace, que expone de manera concreta cómo transformar las ciudades con propuestas vinculadas al consumo en cuatro ejes: movilidad, alimentación, y plásticos, y moda.
Por su parte, el CAF, tiene una línea de acción enfocada en el desarrollo urbano para promover ciudades y comunidades más verdes, justas y prósperas en América Latina y el Caribe. Dentro de las estrategias se destaca la red de BiodiverCiudades que articula gobiernos locales en América Latina y el Caribe para alrededor de intervenciones urbanas sostenibles.
IIED y la Alianza de Investigación para la Adaptación, en la que participan 125 organizaciones de todo el mundo, desarrollaron el marco “Fortalecimiento y Mejora de la Resiliencia Urbana Contextual (SECURe), un enfoque innovador, sistemático y estructurado para la coproducción de soluciones de resiliencia basadas en las ciudades.
El CRECE, por su parte, a partir de la información de la Encuesta de Percepción Ciudadana de Manizales Como Vamos y de la Red de Ciudades Como Vamos, propuso una metodología valiosa para comprender cómo los ciudadanos perciben la calidad de vida en sus ciudades, desde distintas ópticas y dimensiones. El Índice de Satisfacción Ciudadana, ofrece información clara y accionable para orientar a las autoridades, empresas y a la sociedad en general, a identificar oportunidades concretas para mejorar el bienestar colectivo en las ciudades del país. Esta herramienta va más allá de una medición, se centra en aportar datos para el cambio. Los hallazgos se agrupan en cuatro pilares, fundamentales para comprender las diferentes áreas del bienestar ciudadano:
Entorno: Refleja las condiciones del espacio público, la movilidad y el medio ambiente. Por ejemplo, incluye indicadores como la satisfacción con las vías del barrio o la calidad del aire.
Calidad de vida: Incluye aspectos como salud, educación, seguridad y acceso a servicios básicos como agua, energía e internet.
Gestión pública: Evalúa cómo los ciudadanos perciben la administración local, considerando tanto la alcaldía como el consejo municipal.
Economía y percepción general: Mide aspectos como la situación económica del hogar y el orgullo por vivir en la ciudad.
Apostar por ciudades más inclusivas, resilientes y eficientes implica repensar la forma en que habitamos, construimos y nos movemos. Las miradas y estrategias aquí descritas han reconocido la sostenibilidad urbana como una necesidad latente y son solo algunos ejemplos de las cientos de iniciativas que se están adelantando globalmente. Es esencial seguir apostando por soluciones integradas que consideren lo ambiental, lo social y lo económico como partes de un todo. El futuro de nuestras ciudades dependerá de las decisiones que tomemos hoy.